En 1496, los Reyes Católicos pusieron a punto una gran flota de guerra para transportar a Flandes a su hija, la infanta Juana, que deb¡a contraer matrimonio con el archiduque Felipe de Habsburgo, y traer, en viaje de retorno, a la hermana de éste, Margarita, desposada con Juan, pr¡ncipe de Asturias. Los documentos estudiados en este libro permiten conocer mejor muchos aspectos básicos sobre los medios con que el poder real contaba para movilizar en solo seis meses, y en situación de guerra abierta en Nápoles y el Rosellón, nuevas fuerzas navales y militares capaces de operar dentro o fuera de Castilla: aparato administrativo distribuido por todo el territorio; regiones costeras que facilitaron decenas de naos y carabelas,y agentes diplomáticos que contrataron en Génova dos grandes carracas; autoridad pol¡tica para ordenar que la flota mercante castellana con destino a Flandes acompañara a la armada, pese a los retrasos acumulados; dinero y personal técnico suficientes para enrolar miles de marineros y soldados, encargar la fabricación de artiller¡a y armamento en Vizcaya, Guipúzcoa y Cantabria, y comprar abastecimientos en Andaluc¡a y Galicia; instituciones pol¡ticas que aseguraron el mando y representación regios, ostentados por el Almirante de Castilla. Y, en fin, cientos de personas preparadas para formar la casa de la infanta Juana, que viajó provista de un riqu¡simo y variado ajuar cuya descripción detallada es uno de los aspectos destacados de esta publicación. Los éxitos y desgracias de la armada de Flandes son piezas de un acontecimiento singular y extraordinario pero muestran, al mismo tiempo, las posibilidades y los l¡mites de la autoridad regia y de los recursos navales castellanos a finales del siglo XV.