Arrojarse al agua posee una vocación de unidad, que comparte con otros títulos de Carmen Borja, como por ejemplo "Libro del retorno". Si bien cada poema goza de plena autonomía, todos ellos, sumados uno tras otro, constituyenn un gran tejido o trama en la que fluye una conciencia poética que se abre al mundo y establece una complicidad con el lector, no como interlocutor ni como testigo, sino
como como un "tú" en el que se desdobla la realidad. Se trata siempre de una voz que asiste al despojo del mundo, pero haciendo del poema un "tiempo lento para pensar / y avanzar después con decisión".