Pulgarcita era un niña más pequeña que el pulgar de una mano. Una noche, cuando dormía, un sapo se coló en su casa y se la llevó. Quería que se casara con su hijo, pero Pulgarcita estaba muy triste. Gracias a la ayuda de unos peces logró escapar, y se marchó flotando en un nenúfar río abajo. Pero por el camino un abejorro la agarró y se la llevó volando: él también quería casarse con Pulgarcita. Cuando las demás abejas le dijeron lo fea que era Pulgarcita, el abejorro la dejó ir. Pasó el tiempo y llegó el invierno. Pulgarcita encontró cobijo en casa de una rata, que era amiga de un topo. La rata y el topo convinieron que, cuando llegase la primavera, Pulgarcita y el topo contraerían matrimonio. Pulgarcita estaba muy triste. El día de su boda salió al campo para ver las flores por última vez. Allí, una golondrina a la que había ayudado cuando estaba enferma, la ayudó a escapar. Pulgarcita conoció al rey de las flores y se enamoraron.
