El genio de Chéjov estalla en esas pinceladas, retazos de vida crepusculares, pesimistas, a veces irónicos y siempre lúcidos.
Anton Pávlocich Chéjov nació en Rusia en 1860 y murió en Alemania en 1904. Nieto de un siervo libertado e hijo de un pequeño tendero, se crió en el campo, donde reinaba el espíritu nacido de la abolición de la servidumbre. En 1876 la familia Chéjov, arruinada por un amigo, se trasladó a Moscú, a excepción de Anton. La miseria en que vivían le incitó a enviar cuentos a las revistas humorísticas. En 1879 entró en la facultad de medicina. En 1884 trabajó como ayudante en un hospital. De esa época datan sus primeros libros como Camaleón y también sus primeros dramas, como Ivánov. Algunas de sus obras más conocidas son La dama del perrito, El pabellón número 6 o La cigarra. En los últimos años de su vida escribió sus obras de teatro más reconocidas: Tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos.
Casi al mismo título que el drama, el relato corto se ajusta al proyecto literario de Chéjov: «No he adquirido una perspectiva política, ni filosófica ni religiosa sobre la vida... tengo que limitarme a las descripciones de cómo mis personajes aman, se casan, tienen hijos, hablan y se mueren». El genio de Chéjov estalla en esas pinceladas, retazos de vida crepusculares, pesimistas, a veces irónicos y siempre lúcidos, reflejo de una realidad que comienza a disolverse envuelta en su mediocridad y falta de aliento. De los más de seiscientos relatos que escribió Chéjov, esta selección de Richard Ford, autor del brillante prólogo que la acompaña, recoge veinte, entre los que no podían faltar algunos tan necesarios como el conmovedor La dama del perrito y el asfixiante El pabellón número 6.