El árbol que nunca murió resume de manera fantástica temas contemporáneos y tan controvertidos como son los conflictos sociológicos, políticos y personales. Narra las crónicas de un antiguo reinado cuyo pueblo, ya harto de tanto atropello y opresión por parte del rey, decidirá independizarse de la monarquía bajo una feroz rebelión. La guerra les robará cualquier rayo de esperanza y salvación. Sin embargo, pese al desconsuelo y aflicción existirá una persona que logrará sacarlos de la miseria, «Ella», la esclava del rey quien en su deplorable estado, zarrapastrosa, harapienta e inculta, obedecerá a su llamado interno y conseguirá el equilibrio adecuado entre los enemigos gracias a un decreto de paz. La historia cuenta con una sola figura femenina pero descrita a través de dos personajes, la Esclava y la Anciana del bosque. El lector descubrirá que ambas mujeres son un solo personaje pero en versiones diferentes. La primera mujer representa un estado de evolución constante y la segunda personifica la sabiduría, el desarrollo humano en su máximo crecimiento.
