Romaní, Bernat / Romaní, Daniel
Al protagonista le acaban de echar del trabajo sin miramientos y él, antes de darse una buena ducha, se ha quitado el reloj sin saber cuándo se lo volverá a poner. Le han cerrado una puerta, sí, pero ahora se ha abierto otra, la de los días y las horas vírgenes para hacer lo que le venga en gana. Por ahora, lo único que pide es que los días se sucedan con tranquilidad. Pero tarda poco en comprobar que el enemigo está en casa: el teléfono. Llamadas misteriosas, llamadas equivocadas, llamadas intempestivas... y más llamadas. En efecto, su número de teléfono se parece mucho a otro y se pasa el día atendiendo a gente desconocida. Al final, decide cambiar de número.