Los tópico habituales sobre Costa Rica pintan un cuadro en tonos tropicales. El fondo es un verde esmeralda, matizado por una colorida fauna guacamayos multicolores, mariposas azul eléctrico del tamaño de una mano y el iridiscente Santo Grial de las aves neotropicales el verde quetzal. El escenario lo forman extensos bosques lluviosos, montañas escarpadas, volcanes que escupen fuego y playas solitarias que se extienden sobre un litoral bordeado de selva. Todas estas imágenes coinciden con el estereotipo de Costa Rica, como una páis liliputiense que ofrece naturaleza virgen a una escala gigantesca.