En las tesis que mantiene Champfleury sobre la caricatura y las imágenes satíricas del periodo estudiado, se muestra muy combativo contra todo exagerado simbolismo, aproximándose, como un claro precedente, a las que casi un siglo después mantendría Mijail Bajtin (La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de Rabelais,1941), en su defensa de las manifestaciones de la cultura popular. Las imágenes talladas en piedra en las catedrales, en edificios civiles, en la madera de las sillerías, así como las caricaturas dibujadas en las Biblias moralizadas, en los Libros de Horas, están influenciadas por las imaginación de los artistas, por las creencias populares, por las obras literarias en boga, en el siglo XI-XIII como el Roman de Rénart, o el Roman de Fauvel, por el Libro de las Maravillas, de Marco Polo, por el Apocalipsis, por los Fabliaux, por las fiestas populares como el Obispo de los Locos, la Madre Loca, la Fiesta del Asno. "Es entonces cuando leer la extraña escritura que el pueblo trazaba sobre la piedra se convierte en interesante. Se distinguen los confusos pensamientos que bullían en su espíritu: el terror, el sentimiento de igualdad, la burla que expresa una trilogía que va desde la Edad Media hasta el Renacimiento: el Diablo, las Danzas de la muerte, Rénartö Jules Champfleury
