Escritos a lo largo de un cuarto de siglo, los poemas de La luna del cazador, tan penetrantes y sugerentes dentro de su econom¡a verbal, tienen en común una continuidad de atmósfera, de misterio, en la cual chispean con frecuencia el humor y la iron¡a. Tres climas definidos se dibujan en el conjunto y son los que corresponden a las partes en que se diviide el libro: 'Color de sepia', 'Migas', 'Fruta del tiempo'.