Un escritor, de nombre Marcos, redacta sus impresiones sobre la realidad cubana durante los a?os 1992, 1993 y 1994. Lo hace, confiesa, Âôpara no olvidar y para tratar de comprender lo que estamos viviendoÂö. Suele reunirse con un grupo de amigos entra?ables, también como un acto de resistencia. En esas notas que conforman L¡mites y escombros, al tiempo que reflexiona sobre el duro contexto que, Âôcomo un túnelÂö, atraviesan todos, va registrando su cotidianeidad y relatando otras peripecias que le gustar¡a contar, o tramas en las que, obsesivamente, se empe?an sus colegas. El resultado es un tejido de perplejidades y desgarramientos a los que el narrador no encuentra salida. Luego de que un suceso deshaga ese núcleo de afinidades en el que se sosten¡a, se da cuenta de que está sumergido en un pa¡s que ya no conoce.