Pedro Tresca es un detective que se encuentra en paro. Pero un día tiene una entrevista de trabajo para una empresa de productos químicos: Qimiwrang. El señor Wolframio Minas, Presidente Ejecutivo de la empresa, y don Mercurio Sódico, Director General, le explican el caso: hay alguien en la empresa que espía las investigaciones que en ella se desarrollan y se las pasa a la competencia. El detective Tresca acepta el caso, que no va a ser fácil de resolver, sobre todo por la poca audacia del detective. Todo se complica cuando empieza a tener unas alucinaciones en las que siempre ve al jefe de seguridad, cuando de todos es sabido que no existe tal jefe en la empresa, acompañado de una rata enorme. Sin embargo, las cosas comienzan a arreglarse cuando descubre que los causantes de tales visiones son unas microlentes que alguien ha puesto en sus ojos. Y, por fin, la bomba: el espía es el propio Director General de la compañía, don Mercurio Sódico, ayudado por una fiel secretaria, la señorita Cadmio.
