El que se pica, ajos come. Kaz dice que picarse no se ha picado nunca, pero que ajos, ¡cuidado si ha comido ajos! A mediados de los 80, como un Obélix de Nueva Jersey, Kaz se sumergió en una marmita de LSD, y tomó nota de todos los recados que le enviaban desde otros planos subsubnormales y de las visiones que llegaban a su mente desde vaya usted a saber qué recóndita sinapsis remojada en ácido lisérgico omega peich. Con esos apuntes pasados a limpio, Kaz junta material de sobra para convertirse en el dibujante pimpante de la flipación nuevaolera neoyorkina. Satán, sectas de arquitectos, cabezas de cerdo flotantes, el fin del mundo, el sol se extingue, quiénes somos, de dónde venimos y a mí qué me cuentas. Esta lectura hará que tus peores viajes de tripi te parezcan un paseo por Marina DÆor, ciudad de vacaciones. Ah, no tiene nada que ver, pero incluye 16 páginas no publicadas en la edición original americana. Ahí estamos
